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La saga Call of Duty atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente. A pesar de su longevidad y éxito comercial, hoy más que nunca parece que la franquicia está estancada tanto a nivel creativo como técnico.
Un exdesarrollador que trabajó en el primer título de la saga, Chance Glasco, lanzó recientemente una crítica bastante contundente: comparó la situación actual de Call of Duty con la serie Los Simpson, señalando que ambas ya han pasado su mejor momento y siguen adelante simplemente por inercia. Según él, Activision lleva años reciclando ideas y explotando fórmulas conocidas sin aportar novedades sustanciales.
Y mientras la crítica por la falta de frescura se intensifica, otro problema más urgente golpea con fuerza a la comunidad: la invasión de tramposos.
Los jugadores de títulos como Warzone y Black Ops 6 denuncian constantemente la presencia de hackers que arruinan las partidas, usando desde aimbots hasta herramientas más extremas, como la capacidad de expulsar a otros jugadores directamente del servidor. A pesar de contar con un sistema antitrampas como RICOCHET, los desarrolladores parecen ir siempre un paso por detrás.
Activision ha admitido públicamente que su sistema no está funcionando como debería, especialmente en los modos competitivos, donde muchos tramposos logran pasar desapercibidos. Esto ha generado un descontento masivo entre los jugadores, quienes ya no solo critican la falta de innovación, sino también la incapacidad de garantizar un entorno de juego justo y estable.
En resumen, Call of Duty enfrenta una tormenta perfecta: falta de nuevas ideas, desgaste en su propuesta y una comunidad frustrada por los fallos en la lucha contra los hackers. Si la franquicia quiere mantenerse relevante, necesita más que nostalgia y grandes campañas de marketing: necesita renovarse de verdad y tomar en serio la seguridad de sus jugadores.